En la música encuentro calma, libertad y sosiego, ella me transmite emociones nobles, me hace sentir que puedo ser mejor, que sí puedo lograrlo, me ayuda a volar en mis sueños. Suelo pegarme a una canción si siento estas cosas, la repito una y otra vez y, hoy le tocó el turno a Taste, del álbum Deep in the Iris, de la banda canadiense de experimental pop / art rock, Braids.

Encontré esta canción en la sección de Un día como hoy de Facebook, hace un año ya la había escuchado, pero no recuerdo haber sentido las mismas cosas ni haberla repetido incansablemente como lo hago ahora mientras escribo estas líneas.

 

 

Le di play al videoclip y comenzó con sonidos de batería, clásicos en un subgénero de electrónica que no recuerdo el nombre. Luego se empieza a marcar las notas de un teclado electrónico, pero no es hasta que se escucha la voz de Raphaelle Standell-Preston —vocalista y compositora de la banda— que empieza la verdadera magia. Su voz es dulce, etérea y fuerte; me resulta idónea, no cansa escucharla a pesar que llega a ser como un aullido, un llanto, un grito que duele, capaz de llenarlo todo.

La canción tiene varios buenos momentos, pero creo que sin duda es un verso del estribillo el que se lleva la corona: “We experience the love that we think we deserve” que traducido significa que “Experimentamos el amor que pensamos que merecemos”. Me fascina cómo una declaración tan simple pero concisa es capaz de sacarnos de la cabeza la idea de un amor romántico por uno más real y, al mismo tiempo, es capaz de hacernos reflexionar a quien la escucha.

Algo más que merece una buena valoración es el buen uso de los desnudos, no es grosero ni vulgar ni sexualizado, es más bien una obra magistral a nivel escénico, la danza, los colores, las formas, todo encaja; para mí, el vídeo es una obra de arte y, la canción, es simplemente perfecta. Pero no es la única canción que lo es, si esta canción te pareció buena, deberías escuchar toda su discografía.