Gelatina Magma es un dúo de electropop integrado por Ángela Ruesta y Giancarlo Samamé, su música está llena de poesía, ritmos y melodías que son una invitación ineludible al baile.
Acompáñame a conocerlos en esta divertida entrevista, mientras escuchas su música, no hay pierde.
La pregunta de cajón es…
Ángela: No, no somos novios. No. (Risas).
Giancarlo: Sí, siempre nos preguntan eso. (Risas)
Bien, aclarado el asunto creo que ya podemos seguir. (Risas) Me parece curioso el nombre de Gelatina Magma porque es como una contradicción.
Giancarlo: Sí, en verdad se quería lograr un contraste. Entonces, me parecía que la gelatina y la lava, la magma, eran elementos similares en forma, en textura, pero a la vez eran diferentes. En un principio iba a ser Gelatina…
Ángela: Ardiente.
Giancarlo: Pero tú me sugeriste al final…
Ángela: Magma
Giancarlo: Y de hecho, cuando lo escuchas se siente un contraste total.
Ángela: Y aparte también por el tema de las canciones que son pop, ¿no?, medio pegajosas, medio dulzonas, aunque la letra no necesariamente lo es. Por ejemplo, en nuestro primer disco hablamos bastante sobre el tema social,, cosas conceptuales de la sociedad plasmadas por Giancarlo —la mayoría de las letras de ese disco fueron hechas por él.
Giancarlo: No es necesariamente un disco de corte social, pero sí se sugiere un poco de eso. Hay un poco de crítica, pero más que nada nos basamos en el tema de la poesía. Nos gusta escribir poemas y rescatar poemas chéveres como lo hemos hecho para el segundo disco.
¿De qué poetas han rescatado sus escritos?
Giancarlo: De Watanabe, de Blanca Varela, de Mercedes Ibañez —que es una poeta un poco desconocida—. Sí, preferimos hacerlo de esa manera.
Es muy interesante porque he escuchado sus canciones, y por un lado la música me invita a bailar. Es como bailar con poesía.
Giancarlo: Exacto, sí.
Y el nombre se refiere a qué. Giancarlo ¿Tú eres la Gelatina? ¿Quién es el Magma?
Giancarlo: Ah, mira, a mi me encanta jugar con las letras, con las palabras, y resulta que si tú revuelves la palabra «gelatina» es «angelita».
Ángela: O sea, si la ordenas de otra forma es «angelita» y si la ordenas de otra es «gelatina».
Giancarlo: Las mismas letras.
Eso tiene un nombre.
Giancarlo: Sí. Ahorita no recuerdo esa figura.
No es un anagrama, exactamente.
Giancarlo: No, no, anagrama no es. Pero… es exacto, no le sobró ni una letra.
Ángela: Pero él no es Magma.
(Risas)
Giancarlo: Entonces, el hecho es que a veces la música es medio dulzona, pero a veces, por ratos, puede ser medio caliente y corrosiva.
Igual que el nombre, su música tiene muchos contrastes…
Ángela: Hasta inclusive las mismas grabaciones de objetos que Giancarlo utiliza para editar son vidrios rotos, de repente, o, por ahí, piedritas, o cosas así.
Bastante experimental, ¿no?
Giancarlo: Tal vez en las canciones más pop no se perciba, pero hay temas que ya se van a lucir en el segundo disco que van más con el ambient, con la electrónica…
Eso se nota más en tu proyecto Polvos Azules.
Giancarlo: Claro, en Polvos Azules se siente más eso. Pero sí, hay tomas de sonidos que… O sea, me gusta utilizar tanto samplers de gente conocida —he utilizado samples de cajón de Rafael Santa Cruz, de Acuña, el famoso percusionista de huayno que se jacta de ser el mejor del mundo en percusion…
Ángela: Se la cree..
¿Me están hablando de Alex Acuña?
Giancarlo: Alex Acuña, sí.
Se pasea por todo el mundo…
Giancarlo: Sí, es increíble el tío.
Ángela: Es uno de los mejores bateristas, dicen, del mundo.
Giancarlo: Pero también me gusta generar mis propios samplers con cucharitas, vidrios, piedritas —como dicen— y procesarlos. Que es algo también ya bien estándar en la industria de la música contemporánea, que creo que le da una personalidad propia.
Por lo mismo que la percusión es bastante intuitiva.
Giancarlo: Exacto, es bien primigenio…
¿Y ustedes cómo hacen para mantener, digamos, esa llama musical siempre viva?
Ángela: A nosotros nos gusta escuchar mucha música, Giancarlo tiene una ventaja: que él maneja una de los programas de la radio de Orson Wells y, entonces, invita a músicos…
Giancarlo: Para el programa de radio.
Ángela: Exacto. Entonces, conoce bastante gente por ese medio, le muestran su música, le cuentan —nos cuentan, porque en algún momento yo estuve trabajando en la radio tomando fotos— cuáles han sido sus influencias y, bueno, uno por ahí busca… O Giancarlo también de alguna forma averigua por algún lado… O tenemos amigos que también son super melómanos y nos pasan bandas para escuchar… Entonces, nosotros siempre estamos escuchando bandas nuevas o regresando a las bandas que escuchábamos en los noventas, ochentas, o escuchando cosas nuevas que salen de shoegaze, ambient y así.
Giancarlo: Claro, de hecho, la influencia musical es clave, ¿no? Yo he escuchado música desde que era chibolo y hay un momento en la vida de una persona en la que descubre su música, y ya se convierte en tus clásicos. Eso es lo que se te queda calado y te influencia más que la música que puedas escuchar después. Al menos así lo veo yo… Pero en cuanto a esa llama que tú dices, creativa, es algo que es nato, ¿no? Es algo que no puedo cultivar siempre por cuestiones laborales —yo me dedico a la música como afición—, pero es algo que te visita eventualmente y cuando llega tienes que aprovecharlo al máximo porque de ahí se va nuevamente y tienes que esperar que regrese.
Ángela: Ahora, nosotros, por ejemplo, en cualquier momento que tengamos tiempo o, de repente, quedamos —o sea, no es algo que sea ay, me tengo que inspirar, no—. O sea, sale así, de la nada. Por ahí él tiene una pista, o se le ocurre algo o toca algo con la guitarra o el teclado y sale la melodía de voz o que se yo. Y por ahí alguna letrita o un poema —se utiliza un poema escrito o un poema de Giancarlo—. O sea, siempre está ahí, como que a flor de piel.
Giancarlo: Sí.
Ángela: Y nada, esa es nuestra fórmula. O sea, cualquier tema que me dé, yo lo musicalizo y ya está.
Giancarlo: Ajá.
¿Y ustedes cómo se conocieron?
Giancarlo: Por Facebook.
Tú estabas buscando…
Giancarlo: Lo que pasa es que yo soy un agregador compulsivo. Por un tema de ampliar redes y difundir mi trabajo, porque tengo el programa de radio, el sello discográfico. Eso. Es mi tazón de público. Y coincidimos por gusto musical, aparte que teníamos amigos en común y los dos somos contemporáneos —entonces, tenemos una generación de amistades muy en común con el tema de la música también—. Y un buen día decidimos coincidir. Nos conocimos, hablamos de la música… Para ese entonces yo ya tenía Polvos Azules y venía de El Paso, que era mi primer proyecto musical, con un par de amigos que hacíamos música electrónica, y ella había escuchado eso, le gustó, se identificó con la onda y decidimos empezar a experimentar con la música. Ángela también ya venía con una bagaje musical. Había cantado en varios proyectos musicales. Esa fue la manera en que nos conocimos. Hasta que un buen día dijimos bueno, mira, tú haces esto y yo hago esto, tenemos los talentos, que sea una amistad productiva y creativa. Y estamos ahí, ya tenemos casi cuatro discos, ¿no?
¿Hace cuántos años es esto?
Ángela: 2012, creo.
Giancarlo: ¿2012? Sí, pues.
Ángela: Pero nosotros empezamos el 2014, creo…
Giancarlo: Claro, como grupo pasaron dos años por lo menos para que cuaje la idea. Porque al principio eran divagaciones, tipo oe, mira, a ver, sí, bonito. Pero dijimos hay que hacerlo en serio, ¿no? y ya, pues, ahí estamos.
Ángela: Yo le dije a él para musicalizar algunos temas de su proyecto.
Giancarlo: Ah, de Polvos Azules. Claro.
Ángela: Y quedaron dos temas, y uno de los temas fue “El Cometa”, y otro más que ahorita está guardado por ahí. (Risas).
Giancarlo: Claro, ese fue el primer acercamiento compositivo.
Ángela: A él le gustó y dijo ah, qué bacán; entonces, hagamos algo.
Ángela ¿Tú siempre has cantado?
Ángela: Sí, desde los quince. Yo, por ejemplo, tenía un proyecto musical con Zetangas, guitarrista de Electro-Z, que se llamaba Belux, pero no llegamos a concretar así. Era una cosa medio informal: llegaba a su casa, ensayábamos por ahí… He apoyado a bandas cantando un poco, musicalizando, haciendo improvisación con Earthium, en algún momento hace años, después tuve una banda que era del grupo de los Internerds que se llamaba Helicon. Pero después dejé, dejé de hacer música porque tengo una hija de catorce años y me dediqué a ella por bastante tiempo. Y después cuando creció un poquito dije ya, voy a volver a hacer música como antes. Entonces, ahí fue cuando conocí a Giancarlo y volví de nuevo, por decirlo así, a la escena, a esa escena cerrada que tenemos por un estilo, una onda, qué se yo. Aquí en Lima hay un montón de escena.
Giancarlo: ¡Uf! La música ha crecido y ha mejorado gracias a las universidades. Muchos de los grupos que van a la radio son chibolos de la UPC o de “La Cato” y su música es súper profesional, se escucha harta técnica.
Ángela: Y también lo que ayuda mucho son los software que han salido para hacer producción musical y los home studios, ¿no? La gente hace música en su casa.
Giancarlo: Claro, el hecho de que el software sea barato y pirateable (Risas). Y a eso súmale también la cantidad de medios en ebullición, como el tuyo, por ejemplo, que está ayudando a que la gente esté ahí.
¿Y el primer encuentro con la música cuando fue?
Giancarlo: De chibolo. En casa tenía un tornamesa que mi papá compró y desde los ocho años ya estaba dándole play a la casetera y grabando en casette el sonido de los discos de vinilo. Me encantaba ver las agujitas, los potenciómetros. Para mí era toda una locura tener un aparato que suene. Luego, de ahí descubrí que era melómano; me compraba vinilos, 45s, salieron los cassettes piratas, me compraba cassettes. Y me di cuenta de que tenía habilidad para la música también, desde los diez-doce años.
¿Y tu primer instrumento?
Giancarlo: Guitarra. Era muy malo tocando, pero me gustaba cogerla y golpearla, pues, ¿no? Es eso de que no sabes tocar, pero lo tienes ahí contigo.
Ángela: Y buscas la forma de cómo hacerlo, o sea cómo empezar a tocar.
Giancarlo: Claro… Ambos somos músicos autodidactas, hemos aprendido en el camino, gracias a los Funky Hits, las revistillas aquellas de tablaturas de acordes. Es increíble que esas revistas hayan formado a tantos guitarristas en esta ciudad. Y ahora con la Internet, pues, olvídate, el aprendizaje es más rápido.
Ángela: Sí, los tutoriales de Youtube son buenazos.
Giancarlo: Sí, olvídate. Yo he aprendido harto de producción, de Ableton Live, Fruity Loops, de cómo comprimir, ecualizar, cómo grabar y tal con ello.
¿Y cómo nace este experimentar con cucharas, vidrios y cosas así?
Giancarlo: Bueno, es la necesidad de buscar tu propio sonido. Cuando eres alguien afanado por el sonido, ya buscas qué hacer, investigas qué pasa si golpeo aquí, qué pasa si le meto un delay… Es algo que ya viene en ti.
Ángela: Y lo bonito de esto es que, por ejemplo, cuando escuchas alguna canción de Gelatina, dices ¡¿qué es eso?!, o sea, esa curiosidad de ¡¿qué es eso que está sonando?!, esa curiosidad que tienes por saber qué instrumento es y en realidad no es un instrumento, es el sonido de un objeto.
Giancarlo: Claro. Aparte yo soy una persona sumamente musical. Ando por la calle golpeándolo todo para ver cómo suena…
Te entiendo…
Giancarlo: (Risas). A veces te dicen ya, oe, ya cállate, pero me pongo a hacer ruido y toda la ciudad es una sinfonía.
Ángela: Es cierto.
Yo con los lapiceritos hacía mis redobles y cosas así y mi mamá me decía Ya, detente ya, abúrrete.
Giancarlo: Cállate ya.
Y uno se queda así como pero estoy haciendo música. (Risas).
Giancarlo: Claro, pues. Yo me quedo en los paraderos y golpeo las planchas de aluminio o los…
Ángela: Y los niñitos que están por ahí lo imitan después, lo siguen.
Giancarlo: Sí, los chicos… (Risas).
Ángela: Inclusive su hijita. Él golpea la botella y ella lo imita.
Giancarlo: Soplo la botella y se queda pegadaza con el sonido. También quiere soplar la botellita.
Los dos tienen hijos.
Giancarlo: Yo tengo una de ya casi dos años.
Ángela: Ya la mía está grande.
Ángela, ¿Y tu hija tiene alguna relación con la música?
Ángela: Le gusta cantar. Le gusta una onda así, como soul, una onda medio jazzera…
Giancarlo ¿Y tu hija cómo va la música?
Giancarlo: Está muy chica todavía, pero… por ejemplo, le he regalado una kalimba, que es este piano africano, y la estimulo con sonidos, con golpes y se pega, con eso, le llama mucho la atención.
Ángela: A los niños les llaman mucho la atención los sonidos.
Giancarlo: Sí, en la casa escucha huaynos. Su abuelo le pone música de guitarristas y al toque se conecta. Parece que tiene eso prendido también.
Y una canción, ¿en cuánto tiempo sale?
Giancarlo: Es relativo. Hay temas que han salido en un par de días. O sea, el hecho de componerla puede salir rápido —la primera idea queda plasmada al toque, en un día, un par de horas—, después el proceso de hilar, de corregir, toma un par de días, pero el hecho de producción… Ahí sí me demoro bastante porque soy súper meticuloso. Avanzo la canción, la produzco, la dejo dormir. De ahí, regreso a la semana o al mes y escucho que tiene defectos y la sigo hilando, y puedo pasarme un año produciendo una canción hasta que digo ya. Y eso es lo que ha pasado con este nuevo disco, que se va a llamar Una nueva era… Esas canciones las tengo desde hace mucho…
¿Cuánto tiempo ha tomado producir este álbum?
Giancarlos: Este disco ya lleva como tres años armándose, ¿no?, y, sí, es relativo el tiempo.
Ángela: Es relativo porque también el primer disco de Gelatina salió en un mes, creo. ¿Te acuerdas cuando nosotros estábamos haciendo el disco? Ya se había aburrido un poco del tema de no, le falta esto —eso fue en octubre— hasta que yo le digo —en febrero— oye, Giancarlo, hay que sacar las canciones de Gelatina y él me dice verdad, ¿no?, a ver, voy a escucharlas. Las escucha y me dice verdad, están bien, ¿no? y las sacó. Y así nació Gelatina.
Giancarlo: Claro, lo que pasa es que en esa época estaba en un proceso de aprendizaje. En cambio, ahora, con este nuevo disco, de hecho que he aprendido más y he logrado, según yo, un mejor sonido.
No, suena muy bien lo que he escuchado ahí en Soundcloud…
Ángela: Ah, bueno, pero lo que pasa es que de repente tú has escuchado un disco de tres canciones, un EP, que ha sido producido por un amigo nuestro, por Ascali Neto.
Giancarlo: Claro, ese se llama Triada. Son tres canciones que lo han hecho… Ya es otra perspectiva la música. El primer disco que hicimos, llamado Así de simple, uno rojo, ese es producción artesanal nuestra.
Hay una diferencia clara…
Giancarlo: Ahí sí hay una enorme diferencia en producción y en sonido, ¿no? En ese disco Triada, Neto, que también tiene su proyecto musical, le hizo arreglos, le grabó muchas cosas, reinterpretó nuestras canciones —porque si tu las comparas con nuestros demos son completamente diferentes.
Ángela: Es más, las canciones tienen una versión diferente a la que hizo Neto porque Neto nos sugirió que cambiáramos varias cosas. Por ejemplo, la canción «Reflejos»…
Hay varias versiones…
Giancarlo: Se me ocurrió la idea de convocar a varios productores de electrónica y pedirles que nos remixearan. Convoqué como a diez y el resultado fue de tres remixes, tres buenos remixes.
Ángela: Pero ellos escogieron la canción,
«Reflejos» es buena. Después hay otra que me gusta mucho, que es «Canción promisoria».
Giancarlo: Ah, «La canción promisoria».
Ángela: Esa es de Mercedes Ibañez, es un poema.
Giancarlo: Todo esos temas son del disco Triada, donde viene también el tema «Mitakuna»
Esa canción la he estado repite y repite porque tiene una melodía genial.
Ángela: ¡Ay, qué lindo! ¡Qué chévere que te guste! Es la letra de Giancarlo, es un poema de él que también lo musicalicé.
Giancarlo: Medio socialón, sí.
Es muy, muy bueno.
Giancarlo: Claro. Ese disco en sí está redondísimo. A mí me encantó mucho el resultado. Y, bueno, ahora con este nuevo disco donde hay una versión distinta de «Reflejos» en que colaboró una violinista muy capa llamada Anna Cuadra —hizo unos arreglos muy hermosos de violín—. Ahí puedes escuchar la experimentación con cucharitas y con agua y eso. Y, nada, pues, ahí ya lo hemos lanzado en Bandcamp. A mí me encanta el Bandcamp, más que Spotify, prefiero Bandcamp y Soundcloud.
¿Por qué no Spotify?
Giancarlo: Porque cuesta, hay que pagar para subirlo. Y Bandcamp es gratis, y ahí ganas plata, es encantador porque si te apoyan el dinero va para ti y te descuentan 5% de comisión nada más.
Ángela: Hay una canción que tenemos en un compilado que se subió todo ese disco compilatorio a Spotify.
Giancarlo: Un compilado muy bueno, dicho sea el paso, que se llama Tumi 1, que es de música electrónica peruana.
Ángela: Esa es la única canción que tenemos en Spotify. Bueno, yo también tengo una por ahí, pero eso ya es un proyecto mío con otros músicos.
¿También de electrónica?
Ángela: Sí y no. Lo que pasa es que yo invité a varios músicos para que me den pistas, canciones. Tracks y yo los musicalizaba, les ponía la letra, la melodía de voz y las cantaba. Y hay un chico que tiene un disco que puso esa canción.
Giancarlo: ¿Cuál es?
Ángela: Isocaos.
Giancarlo: Ah, claro, Isocaos. Ese proyecto también lo estoy produciendo. Varios amigos le han dado canciones. Y estoy también terminando un álbum en que estoy mezclando su voz con esas canciones… Y también espero que vea la luz muy pronto, me encantaría porque tengo un paquete bien grande de nuevos lanzamientos vía Dorog Records —ya después hablamos al detalle de eso—.
Les quería preguntar. Ustedes que son parte de la pequeña escena electrónica, ¿cómo es la interacción entre las bandas?
Giancarlo: Bueno, como todo es autogestionado y todo es por empatía. Por ejemplo, nosotros trabajamos con un colectivo que se llama Chip Music, que son amigos. Chip Music es un sello discográfico especializado en electrónica que te recomiendo lo descubras porque es amplísimo su trabajo y muy poco conocido.
Ángela: Y muy bueno.
Giancarlo: Entonces, hemos participado en sus eventos, por afinidad estética, por sonido similar y forma de producción. Otras oportunidades nos han invitado colectivos nuevos, o sea, es gente que nos escucha, que nos manya, y les gusta nuestra onda y nos invitan. La otra modalidad es que también postulamos. Por ejemplo, pasa por ella una convocatoria interesante, postulamos como todos y nos llaman.
Ángela: Hay amigos músicos también, como, por ejemplo, los chicos de Miel, también nos han invitado a algunas tocadas porque es similar, de repente, lo que hacemos, fácil tiene la misma composición, o sea forma de hacer la canción, sonidos, que sé yo.
Giancarlo: Claro. Esa es la interacción, es netamente por un tema de afinidad, de empatía y de amistad, sobre todo. Es bien raro que una banda antagónica a tu sonido te escuche y te invite a su evento. Todo son redes que se van haciendo de a poquito con lo que tienes alrededor, cerca tuyo.
Ángela: También participamos en lo que hace Juan Carlos.
Giancarlo: Ah, ya. Tenemos un amigo que es un gestor cultural y hace un festival —tiene diferentes productos a manera de festivales—, el único festival de arte contemporáneo en Chachapoyas —aunque ahora le ha salido un competidor también—. Y hemos viajado muchos años seguidos a Chachapoyas y hemos tocado con nuestro grupo allá y nos conocen un poco.
Ángela: Hemos tocado en Cuzco también.
Giancarlo: Hemos tocado en Cuzco, en Trujillo. Aparte yo también hago un poco de amistad con los grupos que trabajo con el sello. Y así, así se van haciendo estas redes.
Para terminar ¿Cuántas tocadas han tenido y qué es lo que mejor recuerdan de éstas?
Giancarlo: Bueno, la cantidad exacta de tocadas no la recuerdo, pero sí hemos tenido una regular cantidad. La gran mayoría han sido buenas, buenas experiencias. Hace poco tocamos en la Asociación Peruana de Ciegos, acá en Alfonso Ugarte, en un evento…
Ángela: Templo Furor.
Giancarlo: Sí, en la fiesta de aniversario de Templo Furor, que es un colectivo artístico básicamente poético que ha derivado en otras artes. Hemos tocado ahí, la hemos pasado muy bien. Hemos tocamos en un café llamado La Curandera, en Miraflores, que fue una iniciativa de unos chicos que tienen una empresa llamada Music Link —quieren ser como un booking manager que te coloca grupos en diferentes espacios y están empezando en este sitio—. Y hemos tenido también experiencias muy malas. Por ejemplo, en octubre un amigo organizó un evento en el Tayta de Barranco y el dueño nos trató sumamente mal, así que decidimos que ninguno de los cuatro grupos programados iba a tocar. Iba a ser muy bueno porque eran grupos muy antagónicos: Fabeiro, Mitad Humana, Parahelio y nosotros —ninguno tiene relación—. Pero el tipo nos trató mal, súper atorrante, y decidimos irnos y no tocar… En general las experiencias han sido muy buenas porque hemos estado en muchas partes de Lima, nos ha visto gente de lo más diferente y, sí, ha sido sumamente saludable.