Jim Morrison, considerado por muchos artistas más poeta que músico, cuenta en su biografía que de niño fue poseído por el espíritu de un indio que vio fallecer en un viaje familiar por la carretera, y tal parece que aquel niño paseaba su mente entre la curiosidad y lo sobrenatural, demostrando desde muy joven su gran imaginación y pasión por la lectura, característica necesaria de todo buen escritor, además de su alto coeficiente intelectual, según palabras de su entorno más cercano.
Bien pudo ser marino como su padre, pero llevaba la poesía incrustada en el alma. La poesía, que es ese sentimiento doloroso y emocionante que convierte todo en un arte perfecto, porque ser poeta significa llevar el nervio en carne viva. Y la poesía es entregarlo todo con pasión en todo lo que se hace, con lo que siente, con lo que se expresa.
Asimismo, ser poeta no significa hacer poesía, ya que un declamador no necesariamente escribe versos; el poeta es el artista y la poesía es la escritura. Y Jim Morrison tenía de ambos; lo que perfiló su carrera después como escritor de canciones, ya que su paso por la universidad lo iluminó en el campo de la dirección cinematográfica y lo llevó a conocer mundos paralelos a todo aquello que podía concretar en el fuero de su mundo interno: la construcción de sus propios paraísos artificiales.
LAS PUERTAS
Fueron las puertas del poeta William Blake las que abrieron el camino a un Jim Morrison bastante agobiado por sus vivencias, pero a la vez expectante por descubrir qué había detrás de ese corredor que lo llevaría a vivir una de las biografías más apasionadas e interesantes de la historia de la música y el rock.
Lo cual, al margen de la historia de los excesos y éxitos de la banda californiana, marcó un hito para su época, logrando despertar en las nuevas generaciones de jóvenes un modelo de vida nada saludable, lo que parece razonable, ya que la vida artística nunca fue un modelo de salud ni tampoco debería serlo, más bien se enfoca en una pérdida de la conciencia por intentar dar algo más de lo que uno es; esto sucede siempre y cuando te encuentres en el momento perfecto y en las condiciones idóneas para poder hacerlo, además de estar rodeado de las personas correctas: y Jim Morrison tuvo todo eso.
Y claro que sí lo tenía, no solo en su educación, él contaba además, con músicos exquisitos para la época: sus tres acompañantes eran virtuosos músicos de jazz. Morrison les dio la tristeza del blues en sus letras; la fuerza y la rebeldía de la época convirtió a esa banda experimental en una de las bandas de rock más importantes y memorables dentro de la historia y la industria de la música contemporánea: The Doors.
LEGADO DE UN POETA
Inocente y blasfemo, profeta del vicio y cateto de ciudad, apologeta del whisky y el tabaco, activista contra la vida sana; Jim Morrison es el puente entre la poesía y la canción, narrador de experiencias y deseos ardientes en rimas de diseño urbano, juglar de asfalto por medio de las trovas más despiadadas de la urbe, sublevado a los moldes creados por la política y la religión, que están siempre basados en dogmas y la sinrazón.
Jim Morrison es quien buscaba desesperadamente el amor utilizando el sexo como vía principal de conocimiento, el cual puede ser vivido, urgentemente, como el último deseo de un condenado a muerte. Como así lo demuestra en las rimas de una de sus canciones, la que es todo un homenaje a su pasión por la bebida.
Canción de Alabama (whiskería)
Bueno, enséñame el camino
A la próxima whiskería
Oh, no preguntes por qué
Oh, no preguntes por qué
Enséñame el camino
A la próxima whiskería
Oh, no preguntes por qué
Oh, no preguntes por qué
Por si nosotros no encontramos
La próxima whiskería
Te digo que debemos morir
Te digo que debemos morir
Te digo, te digo
Te digo que debemos morir
Oh, luna de Alabama
Nosotros ahora debemos de decir adiós
Hemos perdido nuestra buena y vieja mama
Y debemos tener whisky, oh, tu sabes porque
Oh, luna de Alabama
Nosotros ahora debemos de decir adiós
Hemos perdido nuestra buena y vieja mama
Y debemos tener whiskey, oh, tu sabes porque
Bueno, enséñame el camino
A la próxima pequeña chica
Oh, no preguntes porque
Oh, no preguntes porque
Enséñame el camino
A la próxima pequeña chica
Oh, no preguntes porque
Oh, no preguntes porque
Por si nosotros no encontramos
La próxima pequeña chica
Te digo que debemos morir
Te digo que debemos morir
Te digo, te digo
Te digo que debemos morir
Oh, luna de Alabama
Nosotros ahora debemos de decir adiós
Hemos perdido nuestra buena y vieja mama
Y debemos tener whisky, oh, tu sabes por qué.
Peligroso es poco: peligrosísimo, y sumamente inteligente como poeta del rock and roll. Maldito blasfemo de lo cotidiano: nunca antes se había dado esa combinación tan exacta y surrealista en un artista estrafalario, como un médico brujo de la tribu que te puede llevar a mundos que nunca entrarías solo; es el símil perfecto del hombre autóctono que se resiste a envejecer, el ilustrado salvaje que se niega en redondo a civilizarse, como podemos apreciar en la traducción de una de sus obras maestras, no solo por la producción musical sino por el contenido lírico.
El final
Este es el fin
Hermoso amigo
Este es el fin
Mi único amigo el fin
De nuestros elaborados planes, el fin
De todo lo que permanece, el fin
Sin seguridad o sorpresa, el fin
Nunca miraré en tus ojos… otra vez
¿Puedes proyectar lo que será
tan ilimitado y libre
necesitando desesperadamente de una
mano extraña
en una tierra desesperada?
Perdidos en un desierto romano de dolor
Y todos los niños son insanos
Esperando por la lluvia veraniega, si
Hay peligro en l as afueras del pueblo
Recorre la autopista del rey, nena
Extrañas escenas dentro de la mina de oro
Recorre la autopista hacia el oeste, nena
Monta la serpiente
Hacia el lago, el lago anciano, nena
La serpiente es larga, siete millas
Monta la serpiente……..es vieja, y su piel es fría
El oeste es mejor
El oeste es mejor
Ven aquí y nosotros haremos el resto
El autobús azul está llamándonos
El autobús azul está llamándonos
Conductor, ¿a dónde nos lleva?
El asesino despertó antes de que amaneciera
Se puso las botas
Tomó un rostro de la antigua galería
Y avanzo por el pasillo
Fue al cuarto
donde vivía su hermana
Y entonces él
Visitó a su hermano, y entonces él
Avanzó por el pasillo
Y llegó hasta una puerta…….y miró adentro
Padre, ¿si hijo?, quiero matarte
Madre…..quiero….cogerte
Vamos nena, date una oportunidad con nosotros
Y encuéntrame detrás del autobús
Haciendo una piedra azul
Matar, matar, matar, matar, matar, matar
Este es el fin
¿Era un ángel? Sí; pero fieramente humano. Un ángel, tal cual lucero de la mañana que cayó como un rayo para poder explayar todo su grandeza, todo su fuego influenciado por los escritores malditos como Nietzsche, Kerouac, Baudelaire o el mismo William Blake, quien fue la mayor de sus inspiraciones, llegando a coquetear con la misma magia, hechicería y brujería, ya que el tono psicodélico de la época así lo exigía. Jim Morrison no tuvo problemas en explotar ese lado salvaje y oscuro de su ser, algo que realmente ha dejado marcado el camino del rock para muchos cantantes que oscilaban entre los 21 y 23 años, edad en la que Jim Morrison se hizo conocido con la banda, siempre asociado al exceso, a lo trivial y hasta lo diabólico. La canción “Enciende mi fuego” es una prueba de ello.
Enciende mi fuego
Tú sabes que yo sería falso
Tú sabes que sería un mentiroso
Si te dijera a ti
Chica, no podemos elevarnos mucho más
Vamos nena, enciende mi fuego
Vamos nena, enciende mi fuego
Trata de incendiar la noche
El tiempo de dudar a pasado
No hay tiempo para revolcarse en lodo
Trata ahora, solo podemos perder
Y nuestro amor se convierte en incinerador fúnebre
Vamos nena, enciende mi fuego
Vamos nena, enciende mi fuego
Trata de incendiar la noche
El tiempo de dudar a pasado
No hay tiempo para revolcarse en lodo
Trata ahora, solo podemos perder
Y nuestro amor se convierte en incinerador fúnebre
Vamos nena, enciende mi fuego
Vamos nena, enciende mi fuego
Trata de incendiar la noche
Tú sabes que yo sería falso
Tú sabes que seria un mentiroso
Si te dijera a ti
Chica, no podemos elevarnos mucho más
Vamos nena, enciende mi fuego
Vamos nena, enciende mi fuego
Trata de incendiar la noche
Trata de incendiar la noche
Trata de incendiar la noche
Trata de incendiar la noche
Su pasión por descubrir esa parte salvaje y animal que todo poeta nauseabundo lleva, hace que aquel fuego intenso se transforme en deseo sexual, algo muy moda en el movimiento hippie de la época y que define la crudeza y rudeza de este rey lagarto, acostumbrado a los excesos, pero con el solo fin de poder manifestar el estilo de vida que decidió vivir, como un moribundo cuyo último deseo antes de morir escoge el sexo como reconocimiento paulatino a ese éxtasis paradisíaco.
Todo esto lo llevó a tener problemas no solo con la ley —tras el incidente que inició una demanda judicial en su contra por obsceno, cuando intentó mostrar sus partes íntimas en pleno concierto— sino también con su vida personal, pues Morrison tenía una relación bastante turbulenta y tóxica con Pamela Courson, quien murió misteriosamente tres años después de que Morrison falleciera. “Ámame dos veces” nos muestra a un Jim completamente viril y cabrío, tal cual símbolo sexual de su época y muy admirado por el sexo femenino .
Ámame dos veces
Ámame dos veces, nena
Ámame dos veces hoy
Ámame dos veces, chica
Voy a salir
Ámame dos veces, chica
Una por mañana
Una solo por hoy
Ámame dos veces
Voy a salir
Ámame una vez
No podría hablar
Ámame una vez
Sí, mis rodillas se debilitaron
Pero ámame dos veces, chica
Que me duren toda la semana
Ámame dos veces
Voy a salir
Ámame dos veces
Voy a salir
Oh, sí
Ámame una vez
No podría hablar
Ámame una vez, nena
Sí, mis rodillas se debilitaron
Pero ámame dos veces, chica
Que me duren toda la semana
Ámame dos veces
Voy a salir
Ámame dos veces, nena
Ámame dos veces hoy
Ámame dos veces, nena
Porque voy a salir
Ámame dos veces, chica
Una por mañana
Una solo por hoy
Ámame dos veces
Voy a salir
Ámame dos veces
Voy a salir
Ámame dos veces
Voy a salir
SÍNTESIS
Hablar de Jim Morrison como ser humano es bastante contradictorio después de haber resumido por retazos, acompañados por su pluma, aspectos conmovedores de la vida de una estrella del rock, es por esto que me inclino más por su faceta de poeta, porque marca un antes y un después de su muerte, convirtiendo su obra literaria poética —la cual fue editada póstumamente por su propia banda a manera de homenaje, en una producción donde rescatan sus grabaciones íntimas, acompañado de una botella de whisky— en una de las últimas joyas de la agrupación, con el sugestivo título de “An American Prayer”, que significa literalmente Un Predicador o hasta verdadero Pastor Norteamericano, ya que la trascendencia de sus escritos y su propia vida los convirtieron en el modelo e influencia de toda una generación.
Su carácter hedonista, que lo llevó a la fama, fue lo que también inició el declive de su carrera y su propia existencia; pero su trascendencia nos hace reflexionar que verdaderamente este poeta resucitó de entre los muertos por el poder de sus escritos y, que para él, no existe la muerte sino la vida eterna, impregnada en el corazón de todos aquellos que hasta hoy reconocen su obra y su legado en vida.
Asimismo, es claro también para muchos conocidos magnates en la industria de la música, que nada vende más que la misma muerte. Por lo tanto y por todas estas cosas: Descansa en paz, Jim Morrison.