Era la noche del sábado 02 de febrero y llegué al Centro Cultural PUCP más de una hora antes de que iniciara el concierto titulado Distancias, en el marco del 18 Festival Saliendo de la Caja, así que tuve tiempo de sobra para poder elegir la butaca desde donde disfrutaría y documentaría casi una hora y media de show musical. Al entrar al auditorio los músicos estaban en ensayo y ultimando detalles con el equipo de las luces.
Alison Espinoza, productora logística del centro cultural, me dió todas la facilidades que estaban en sus manos, un pase de prensa y el acceso al camerino para poder coordinar algunas cosas con María Haydeé. Yo quería hacer unas grabaciones con ella antes de iniciar el concierto pero finalmente no se pudo, no importa. Ya tendré oportunidad de entrevistarla con más tiempo.
Daban las 8:20 p. m. cuando empezaron a dar sala, y a los pocos minutos las tres primeras llamadas; el público, algo disperso, entraba y ubicaba sus lugares, era muy grato ver a los asistentes saludarse y comentar sobre sus expectativas del concierto.
El auditorio llenó sus asientos apenas poco más de la mitad de su capacidad, pero claro, era de esperarse, María Haydeé no es una artista de las masas, dato curioso porque ella ya ha estado en algunos festivales, peruanos e internacionales, junto a artistas de talla mundial; y su género musical ni siquiera está en la agenda de las radios más escuchadas del país.
Había un retraso de quince minutos y de pronto las luces se apagaron; Alison, desde la cabina de control, nos contaba sobre las Distancias, nombre que titula el espectáculo de María Haydeé Guerra, quien junto a su equipo musical, entraba a escenario para deleitarnos con un selecto repertorio de canciones de artistas conocidos y temas de su propia autoría, —cuya temática aborda las distancias y las ausencias.
La distancia se define en espacio y tiempo, a veces entre personas y a veces entre diferentes versiones de uno mismo. Distancias es un viaje musical y poético de personas como tú o como yo, que tal vez no están aquí o que estuvieron y ya no están, ya no las reconocemos y que solo se diferencian por LAS DISTANCIAS.
Introducción al concierto.
Décima de presentación, un socabón escrito por María Haydeé, dió inicio al show, las luces aún apagadas no permitían ver a nadie, sin embargo, la guitarra de Bruno Lara y la voz de María Haydeé se apoderaron de nuestra atención. Y así daba inicio un show hermoso, donde María Haydeé demostró tener el porte de las damas de antaño y una voz impecable capaz traspasar corazones.
Las luces aparecieron y María Maydeé nos daba la bienvenida. Cuando nadie me ve, del español Alejandro Sanz, fue la segunda pieza musical que interpretó la artista; personalmente, esta canción no es de mi total agrado pero escucharla en la voz de María Haydeé tiene un toque cautivador.
Me sorprendió gratamente la interpretación que hizo María Haydeé junto a Karim Vásquez, de la canción Alondra de los Bosques, una danza puertorriqueña del maestro Carlos Padilla, fue una canción escrita para ser ejecutada a dos voces, cada una con versos diferentes, logrando una sinergia melódica espectacular.
Luego siguió Punto Cubano, donde María Haydeé se animó a improvisar algunas décimas, primero pidió la ayuda del público para que le dieran algunas palabras al azar. Varios asistentes participaban y, luego de pensarlo entre cuatro y cinco veces, me animé, alcé la voz y dije: muchacha, pero la joven decimista me respondió que ya tenía las cuatro palabras que había pedido; me tardé demasiado, el auditorio rió y yo también.
Una presentación en diapositivas de todos los ‘hermanos’ que María Haydeé ha hecho a lo largo de su carrera y sus viajes por el mundo, representando a Perú en diversos festivales, dio el inicio a Los Hermanos, una milonga de Atahualpa Yupanqui, interpretada además muchas veces por la gran Mercedes Sosa; Qué mundo hermoso vamos a hacer de Roberto Silva de Puerto Rico, y luego María Haydeé recordaba a Chalena Vásquez, interpretando Mariposita Blanca, un triste con fuga de tondero que se vio embellecido, además, por una danza ejecutada por Raysha Fernández y Erick Valdivia (productor del concierto).
Una de las canciones que más me gustaron, por el arreglo musical que tenía, fue Cuando quería ser grande, una composición mexicana de el maestro Manuel Monterrosas. También me agradó mucho un huayno titulado Ausencia, letra de Arlindo Luciano y música de Isaías Vargas, seguido de Dime si estoy contigo, composición de Alicia Maguiña; un vals de esos que te llevan a la época en que la música criolla era el boom, una hermosa interpretación.
Pero sin duda alguna, de todo el show, el tema que estuvo por encima de todos fue El Imposible, una canción escrita por María Haydeé, que es un triste con fuga de tondero, con una música que logró poner a flote las emociones más profundas de mi ser. Ante esta canción, simplemente me quedé anonadado y convencido también de que María Haydeé tiene un gran futuro como intérprete y que llegará a ser una gran compositora.
Y llegaba el final del concierto con un festejo titulado Raza humana, compuesto por María Haydeé y Bruno Lara, quien dejó la guitarra para tomar el micro y una quijada. Los ánimos se levantaron bastante, las sonrisas aparecían en los rostros del público, los aplausos marcaban el ritmo hasta que…
…la canción terminó, el show también; y María Haydeé invitaba a sus músicos a acercarse al centro del escenario con una arenga de hermandad: Acortemos las distancias. Luego de unas palabras de agradecimiento, las luces se encendieron e iluminaron todo el auditorio, con lo que llegó la hora de retirarse, con la previa invitación a esperar a la artista en el lobby del centro cultural para conversar con ella y hacerse algunas fotos.
Esperando a que María Haydeé saliera, para conversar un momento con ella, se hizo tarde y no quise interrumpir a las demás personas que esperaban por un abrazo con palabras de agradecimiento por tan excelente concierto. Yo tomé un taxi y regresé a casa.