Carlos Carty, discípulo del maestro quenista Edgar Espinoza, es un flautista étnico peruano radicado en Brasil hace veinte años, es un difusor de la música andina que ha llevado su carrera por los caminos de la docencia y la producción musical junto a artistas de reconocida trayectoria como Adriana Mezzadri, Roberto Leal y Toquinho. Su música es utilizada como fondo de documentales para la TV Globo y, en esta entrevista nos cuenta sobre su participación en una pieza musical para Netflix, sus álbumes, sus proyectos educativos y de las veces que estuvo en televisión.

 

 

Conocí a Carlos porque me envió un mail en respuesta a la convocatoria publicada en la web, escuché parte de su música y quedé encantando. La entrevista la hicimos en su mayoría por WhatsApp.

Carlos, explícame qué es un flautista étnico.

En realidad, como no encuentro otra manera de catalogarme, me describo como un flautista étnico para que la gente entienda que no se trata de una flauta travesera o flauta clásica, lo mío es la quena, la zampoña, los vientos andinos y otros instrumentos de ese corte, instrumentos que voy conociendo en mis viajes.

 

Carlos Carty en concierto.

Carlos Carty en concierto.

 

Entonces eres un multiinstrumentista, ¿cuáles son los instrumentos que tocas?

Comenzando por los andinos: la quena y sus variaciones de tesitura, las zampoñas y sus variaciones desde las más pequeñas hasta la más grande que es el Toyo, las ocarinas, que por cierto las adquiero de una pareja peruana que las hace (aunque yo mismo me he fabricado algunas de arcilla, de forma rústica), la flauta de pan, el modelo europeo, las flautas nativas americanas, que tienen unos timbres muy dulces, flautas irlandesas de metal, también el moceño, que es una instrumento de Bolivia. Aparte toco algo de percusión y teclados, que son básicos para componer.

¿Y cuál fue el primer instrumento que llegó a tus manos?

Fueron dos, la zampoña y la quena, cuando estudiaba en un colegio del distrito de La Molina, por los años ochentas. En esa época la música andina no era tan difundida y había mucho prejuicio en cuanto a ella. Fue a gracias a un grupo de chicos que vino al colegio e hicieron una demostración musical, este hecho fue importante porque me marcó, la música me deslumbró y desde ahí la toco. Yo tenía como trece años y estaba en los primeros años de secundaria.

He visto que tienes una producción considerable, y dentro de ella hay un proyecto llamado Native Relax. Háblame de esto.

Native Relax es un proyecto paralelo a la música que hago, en ella vuelco mucho de lo que hay dentro de mí, es una música calmada para la relajación, la introspección, meditación y tiene un poco de la visión que hay en la música actualmente, la que busca lograr un contacto profundo con el ser; es un esfuerzo que uno hace para dejar una huella, esa es mi visión.

¿Este amor por la música andina se debe solo a ese primer contacto musical en el colegio o también tienes ascendencia andina?

Sí, mi abuelo es de Huancayo y mi abuela de Arequipa, mis padres sí son de Lima, y hasta raíces irlandesas tengo, pero eso ya es más distante.

Además de la música a qué otra actividad te dedicas

Cuando vine a Brasil me dediqué de lleno a la música pero llegó un momento en que sentí que debía frenar y repensar lo que hacía, y a partir de ahí abro una tienda de ropa en paralelo para hacer esto más sostenible; puse la tienda de ropa como un experimento, para tener tiempo para crear mi música y no tener que seguir tocando en las calles en malas condiciones y con repertorio fácil, pero al final la tienda me consume, por eso voy armado de unos equipos portátiles: laptop, teclado midi, tarjeta, micro, con ellos voy produciendo en el camino, cuando viajo o esoy en la tienda.

 

 

¿Y cómo es que llegas a Brasil?

Esa es toda una historia. Yo tenía un grupo con unos amigos de La Molina y Vitarte, y uno de estos chicos nos dice: Un amigo que toca en Brasil va a venir y quiere llevarme, se llama Ellar Gutierrez. Ya nos estábamos despidiendo de él, tenía casi listos sus documentos y resulta que había un problema con su pasaporte, pues había un homónimo con problemas y él no podía salir. Para esto yo ya le había preguntado que si podía conocer también al músico brasileño, pues yo tocaba un poco el teclado y me interesaba la oportunidad. En esa época no tenía compromisos, no estudiaba, solo hacía música y trabajaba en una empresa. Entonces saqué mi pasaporte al poco tiempo y viajé por tierra, fue un viaje de cinco días, era una aventura para mí porque antes no había viajado nunca. Menos mal que Ellar Gutierrez —quien es un gran vientista, arequipeño además— ya vivía tiempo en Brasil y sabía cómo moverse, tenía todo un sistema de trabajo y tocaba en las plazas, juntos viajamos por varios lugares de Brasil, yo tenía veintiún años cuando vine y ya han pasado otros veinte.

Cuando compones, ¿cuál es el proceso que llevas a cabo?

Me gusta todo muy simple, nada sofisticado. Me ayudo mucho de la tecnología, ahora todo eso es más fácil pero en mis tiempos era muy difícil acceder a este conocimiento.

Las formas que tengo para componer son diversas, si estoy fuera de casa, silbo y grabo el fragmento en el celular y luego lo desarrollo en mi estudio portatil; así he creado mi banco de fragmentos melódicos. A veces tengo algún pedido de alguna empresa o proyecto audiovisual, ahí sí tengo que componer con plazos, en teclados y flautas.

La composición para mí es algo de todos los días, es como que uno se ejercita tanto que la inspiración viene de forma continua y, al tener las herramientas necesarias para consolidar los arreglos, inclusive una producción, se me hace fácil el camino que comienza en estudio hasta llegar a los oyentes. Las herramientas digitales, ayudan mucho la tarea de difundir sin tener que pasar por los sistemas de distribución antiguos. En mi caso particular, puedo componer hoy día, desarrollo la canción en una semana hasta tenerla lista. Actualmente trabajo con algunas plataformas como CD Baby, Spotify, iTunes, Deezer y similares. Native Relax lo actualizo casi semanal o quincenal con un nuevo tema.

 

Carlos Carty y su proyecto Invenciones Sonores donde presenta su tubófono.

Carlos Carty y su proyecto Invenciones Sonores donde presenta su tubófono.

 

Sé que estuviste en televisión brasileña debido a tu proyecto Invenciones Sonoras, háblanos de la construcción del tubófono y alguna historia de esta experiencia.

El tubófono surge de una inquietud personal de pensar fuera de lo tradicional, porque quería encontrar mi propio sonido y en esa búsqueda — en la cual sigo— se me ocurrió usar elementos reciclables para generar instrumentos. Recuerdo que junté tantos objetos en el garage que mi esposa me quería desalojar (Risas). Intentaba descubrir cosas nuevas, sonidos nuevos. Claro que ya hay músicos que han hecho este instrumento, hay un grupo brasileño que me impresionó mucho y es Uakti, que se especializan en crear sonoridades, inventar instrumentos. Entré en esa misma inquietud, ellos habían creado un tubófono muy sofisticado, super afinado, con un sonido muy rico y habían hecho álbumes con él. La banda ya se ha desintegrado pero han dejado un gran legado en el área de investigación de nuevos sonidos.

Bueno, con esa inspiración comencé a trabajar en mi tubófono, durante aproximadamente dos años desarrollé un modelo primitivo, yo solo. Con empeño seguí a pesar de los fracasos y al tercer intento logré un tubófono completo, con escala cromática, es un instrumento que asemeja su sonido al de un bajo. El tubófono es un instrumentos pesado, difícil de mover, pero sí hice algunas presentaciones locales con él. Recuerdo que lo llevé a la tienda de ropa y llamaba mucho la atención, la gente que pasaba se ponía a tocar.

Ahora lo de la tele fue así: gracias a unos vídeos que hice en Youtube me invitaron a participar de un concurso, un productor de la TV Globo, y fue una experiencia interesante, de aprendizaje como artista y como constructor de instrumentos. Estuve dos veces en la tele, en la segunda vez, hice una variación al modelo, siguiendo los mismos principios hice uno con mangueras, se veía sofisticado, a esta nueva creación la llamé Átomos, por las formas.

 

Carlos Carty en TV Globo con su versión del tubófono llamado Atomus, 2016.

Carlos Carty en TV Globo con su versión del tubófono llamado Atomus, 2016.

 

Este instrumento no es comercial ni se incluye en dicha música, sino en música experimental, pero yo sí tengo un par de grabaciones con este instrumento.

Posteriormente pude desarrollar un modelo más simple en Canadá, cuando gané una beca para una residencia artística, fui invitado por una entidad cultural canadiense, y con ese instrumento hice algunos talleres con niños.

¿Cómo lograste esta beca y de qué se trató esta residencia?

Era un proyecto que descubrí en internet en el 2016, por que donde vivo es un pueblo muy pequeño, y la actividad musical es limitada, no hay muchos músicos o lugares donde tocar, es un lugar muy lindo, pero solo vivo acá, para desarrollarme como músico sí tengo que ir fuera.

Te decía, yo estaba buscando alguna convocatoria para músicos y encontré esta oportunidad, para concursar por la beca mandé mi hoja de vida con material de mi trayectoria y mi proyecto educativo Invenciones Sonoras. Así obtuve la beca juntos a otros artistas, y en realidad fue mi promoción los que inauguramos ese proyecto llamado Kira, en un pueblo de Canadá, cerca a la frontera con USA.

Es un proyecto que reúne a quince artistas divididos en tres meses, es una residencia donde cinco artistas conviven durante un mes, yo fui seleccionado de entre noventa postulantes, durante ese mes hicimos varias actividades, intercambiamos conocimientos e interactuamos con la comunidad. También pude apreciar los procesos creativos de cada artista, fue una experiencia muy bonita y enriquecedora porque conversábamos sobre arte, la vida de un artista y cómo podemos dejar algo a la comunidad. Algo que impresiona de Canadá, es que el arte es parte de la vida cotidiana de las personas, eso hace que aprecien la diversidad sin prejuicios.

 

Carlos Carty y su forma didáctica de enseñar música.

Carlos Carty y su forma didáctica de enseñar música.

 

Volviendo a tu producción musical, cuáles son las que más te gustan o tienen mayor valor para ti.

Cuando llegué a Brasil grabé un álbum, el primero de mi carrera, titulado Flautas Incas, que es una recopilación de los temas que más me gustaban de grupos folklóricos pero con mis propios arreglos; luego ya me dediqué más a la composición, que es lo que me apasiona. Empecé con Lavrador do vento, luego Santuario Sur, en estos dos álbumes tuve la ayuda de un sello de un amigo, luego empecé a autoproducirme, en esta etapa hice Machu Picchu o segredo dos Incas, fue toda una aventura pues todo lo hice yo en medio de los cambios en la industria musical, incluso el marketing y publicidad.

Uno de los temas que me ha dado muchas satisfacciones, no solo por el gusto propio, sino porque he recibido muy buena crítica, es Nas Asas do Condor; compuse este tema en honor al Condor Pasa, un tema majestuoso en el que sentí la necesidad de darle otra perspectiva, como una continuación del Condor Pasa.

 

 

Después de ese álbum viene el proyecto Native Relax, que es como un disco doble, la mayoría son singles, aunque sí tengo algunos álbumes, en esa plataforma lanzo temas individuales; pero también tengo colaboraciones con Adriana Mezzadri, que es una cantante peruano-brasileña, con quien hemos realizado varios conciertos en Perú y en Brasil, cuando nos encontramos intercambiamos participaciones, en Native Relax hay dos temas que cuentan con su voz, como son instrumentales ella hacía vocalices. Es una cantante conocida porque ha trabajado en algunas novelas de TV Globo.

Y desde tu partida a Brasil, ¿has vuelto a Perú por presentaciones o consideras que por hacer música andina tu mayor repercusión ha sido en el extranjero?

He vuelto tres veces a Perú, he tocado últimamente con mi banda con un estilo más épico y cien por ciento autoral, no soy tan conocido aún pero no me faltan proyectos e ideas nuevas, uno de esos proyectos está en el ámbito educativo en el que estoy trabajando en una reinvención de la Antara.

¿Y en esa faceta educativa qué experiencias nos puedes contar?

Hace algunos años en Perú hice unos talleres por vacaciones, organizados por la Municipalidad de La Molina, ahí enseñé teclado. Ya en Brasil me inscribí en unos programas  donde convocaban para dar talleres y en uno de ellos me aceptaron, fue una experiencia muy linda porque estuve en contacto con muchachos de doce escuelas diferentes, durante cuatro meses impartía clases con mi proyecto Invenciones Sonoras, entonces llevaba toda la experiencia que tenía y mis instrumentos de viento. Cargaba con todo esto y en un día me repartía en dos o tres horarios; la intención era darles a los chicos una visión, no focalizada en un instrumento, sino que les mostraba cómo ser creativo con la música, en una forma paralela a lo tradicional, les mostraba otras alternativas de hacer música frente al sistema estándar. Les explicaba el funcionamiento e historia de cada instrumento y hasta hicimos percusión corporal.

El año pasado viajé a Perú, contratado por el colegio San Antonio Marianistas del Callao, ahí específicamente enseñé zampoña y melódica, estuve con chicos de tercer y cuarto grado de primaria. Aprendí mucho de la didáctica de la enseñanza; a los chicos le gusta poder dialogar con su tiempo, se desajustan cuando se trata de un repertorio antiguo o ajeno a su realidad.

En Canadá también hice talleres, todo esta experiencia me ha servido para generar algunas hipótesis de cómo llevar esta música a escuelas peruanas, aprovechando que hay una ley que fomenta la introducción del folklore en las escuelas, quiero llevar un producto y sistema innovador específicamente para la Antara.

 

 

Me comentaste que te hacen pedidos algunas empresas.

Sí, he realizado varios proyectos para empresas, por ejemplo, ahora último he participado en la creación de una obra para Netflix para una serie que pronto se va a estrenar. En realidad es algo muy sencillo, unos compositores que trabajan ya con Netflix me encontraron por la web, ellos necesitaban completar un fondo instrumental con flautas, así que hice las grabaciones y se las envié.

De tu vivencia en Brasil, qué puedes contarnos de la movida cultural de allá y cómo te ha influenciado musicalmente.

Brasil es una nación que tiene una riqueza cultural enorme, lógicamente también por el tamaño, pero también hay influencia de los países vecinos, de acuerdo a la región se han desarrollado diversos estilos, algunos de ellos se han internacionalizado, como la bossa nova por ejemplo, que ahora es más elitizado, pero también hay una música popular brasilera (MPB) donde se ha resumido todos los estilos más representativos, con fusiones. Las influencias con mi música se han dado pues desde el comienzo tanto en la parte armónica, esa singularidad de abrir armónicamente, como en sus ritmos festivos.

¿Vivir en Brasil ha sido crucial en tu carrera?

Yo vivo en una región isolada, no es parte de los grandes centros, estoy al sur del estado de Minas Gerais, en una ciudad pequeña pero que es turística, en medio de bosques de una región montañoza que se le conoce como Sierra de la Mantiqueira, tiene una altitud de mil quinientos metros y un visual medio europeo, esta ciudad fue construida por gente de Letonia. Estoy aquí ya veinte años y es una fase donde he podido interiorizar mi música en contacto con la naturaleza, en paz con la soledad, y ahora estoy tratando de pasar a otra etapa donde mi objetivo es dar a conocer mi música, por eso ando viajando más seguido.

¿De qué trata el proyecto educativo en el que estás trabajando actualmente?

Se llama Antarita, con este proyecto educativo mi deseo es lograr hacer renacer el deseo de la juventud de Perú hacia sus propios instrumentos, como soy bien amigo de la Antara, yo seré un impulsor de esta visión. Me estoy preparando mucho, contactando empresas porque este es un proyecto ecológico, pienso usar como materia prima tubos de plástico de Faber Castell, Vinifan, etc, transformarlos en antaras que se pueden llevar a los colegios.

Estamos en un proceso de desarrollo de prototitpo, pues se trata de una antara modular y escalable. De hecho, algo bueno que ha sucedido con respecto a mi proyecto es que el Canal iPe ha lanzado un reportaje sobre Antarita.

Hay puntos que estoy resolviendo, como por ejemplo la parte técnica, porque la idea es que sean tubos que se ensamblan y se pueden cambiar al gusto propio. El equipo humano que está trabajando en Antarita es Andrés Muñoz, un artesano que construye mis instrumentos, y yo.

 

 

Como músico, qué crees que te falta hacer o hasta dónde quieres llegar…

Después de haber pasado varios procesos, pienso que de mi parte lo que busco hacer es algo que no se esté haciendo, contribuir con ideas disruptivas, crear mi propio mercado. De nada vale competir con lo mismo sin destacarse, siguiendo mi propio camino y mis convicciones.

¿En Brasil has trabajado con disqueras o productores? ¿Has tenido propuestas o prefieres hacer todo tú mismo?

Aquí solo de forma freelancer, participaciones especiales en discos de otros artistas, me preparé siempre para abrir mi propia disquera o sello, hasta que el dueño de una disquera llamada Azul Music me dijo: Si ya lanzaste un disco solo ya eres un sello, desde entonces formalizarme como tal no me preocupa más, lo que me tiene mas con insomnia es como impulsar la demanda de mi labor, hay actualmente una guerra por cautivar la atención del público, así, las probabilidades de que se den cuenta que existo son mínimas, por eso soy disruptivo, como la vaca púrpura (Risas).

Para terminar, Carlos, ¿nos puedes compartir alguna anécdota?

Una de las más bonitas fue cuando hice talleres de música en el lugar donde vivo, toqué en varios colegios. En una de esas presentaciones que hice, un niño se puso a llorar, yo detuve la clase preocupado y pregunté por qué lloraba, él respondió emocionado: me siento feliz.

En los talleres llevé y regalé instrumentos de viento; Brasil, es un país que tiene déficit cultural y no todos los colegios cuentan con clases de música, así que una vivencia de este tipo fue oportuno para los chicos, porque cuando los chicos practican la música sin la obligación de alcanzar una nota, como con otras materias, simplemente se abren y aprenden sin presión, y aprenden más porque lo hacen jugando. Todo esto hizo que nazca el proyecto Antarita.