Cristian Vergara es un cantautor oriundo de Huancayo, que ha mostrado su arte en espacios como La Casa de la Literatura, el Festival de Poesía (en dos años consecutivos) y, en bares culturales; también en las calles de Ecuador, Colombia y España, donde reside actualmente. Ha participado del Festival de Décimas y musicalizado a varios decimistas. Tiene ya un álbum titulado “Para los que esperan” y acaba de participar en el Festival Gentes del Mundo, realizado en Bilbao el último 25 de junio.

Contacté con Cristian a través de un amigo en común, y la entrevista la he realizado por WhatsApp, donde me ha compartido muchas de sus anécdotas y experiencias de vida, las cuales sé que serán muy agradables conocer. Cristian es un músico poeta, es fácil conectar con él, le gustan las personas y su voz es amable.
Los invito a conocer su historia.

 

 

Cristian, cuéntame de tu primer contacto con la música

Yo supongo que mi primer contacto con la música fue de pequeño, a mis padres les gustaba mucho escuchar música, que iba desde Pink Floyd o Led Zeppelin, hasta Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez o Atahualpa, música peruana: afroperuana, criolla, tradicional y, andina. Cuando mis padres eran jóvenes bailaban en un elenco de danza tradicional, debido a eso es que en mi casa se escuchaba mucha música.

Mi primer contacto con la música en vivo fue a los seis años, porque en la familia de mi madre hay muchos guitarristas y cajoneros, y en los cumpleaños se armaba la jarana. El hermano de mi abuelo era guitarrista, y quedé impresionado al ver como con el cajón y las cucharas se hacía música, y en la casa de este tio abuelo todos cantaban, desde ahí me llamó mucho la atención el canto, siempre se me quedaban las melodías, cantaba o tarareaba. Yo creo que ahí serían mis primeros contactos con la música, seguro esta historia no tiene nada de relevante porque es bastante común, pero el hecho de ver gente cercana que practicaba la música me motivó y me hizo creer que es posible hacerlo.

Aunque ahora estás en España, tu vida musical no empieza allá…

Mi vida musical no empieza ni en España ni en Colombia. Yo estuve divagando mucho tiempo con la música, empiezo a escribir mis canciones para decir lo que sentía, era una cosa muy lúdica, expresiva y catártica.

Cuando tenía quince años toqué en una banda, hacíamos covers de The Ramones y Seis Voltios, la edad en la que es normal ser un “chikipunk”. No pude estudiar música porque mi padre me lo impidió, tenía la idea de que no era una buena carrera, me decía “sino lo logras luego de qué vas a vivir”. Y bueno, al contrario de todas las historias, en vez de decir yo luché por la música, me metí a la universidad a estudiar comunicaciones y me quedé sin banda, andaba por los aires y sin un rumbo fijo; pero mi música siempre se las mostraba a mis amigos entre rones y bohemia.

En 2010 hice una banda llamaba Objeto, una banda trunca, hicimos una demo donde había una canción que se llama “Ya no hay tiempo para los robots”, yo considero que mi historia como músico empieza ahí; compartimos la música y gustó en el círculo en que nos movíamos y, tuvimos algunas presentaciones en la universidad e íbamos invitados a las radios de la misma facultad, volcamos nuestras ideas sobre la realidad según nuestra perspectiva.

Un amigo de la universidad, Zejo Cortez, que tenía un blog de décimas llamado Décimas Cosas, un blog de La República, él nos escuchó y me propuso musicalizar algunas décimas, eso me abrió a otro mundo porque yo estaba haciendo rock, así conocí a varios cantautores peruanos contemporáneos como Omar Camino, Javier Lazo y Jorge Millones.

 

Cristian Vergara en una presentación del Británico de Miraflores. Foto de Tatiana Hurtado.

Cristian Vergara en una presentación del Británico de Miraflores. Foto de Tatiana Hurtado.

 

Al año siguiente, se organizó un Festival Internacional de la Décima, donde se expuso la décima peruana con la familia Santa Cruz principalmente, habían invitados de varias partes de latinoamérica, estuvo Alexis Díaz Pimienta, decimista cubano, y yo estuve ahí. Esto me permitió ampliar mi mundo, me di cuenta que la música que yo hacía por mi cuenta tenía cabida dentro de esta movida que estaba recién conociendo. Y así empecé a musicalizar y contactar a otros músicos. Para el festival participé musicalizando décimas que luego fueron parte de un libro disco que hizo Zejo Cortez, que conglomeró a muchos autores de latinoamérica y España, fue un trabajo muy interesante.

Luego de esto monto MonoFaber con Rubén, un amigo músico de la UPC, éramos él y yo tocando mis canciones, en un formato acústico con cajón y percusión menor. Grabamos un concierto en vivo y con eso nos empezamos a mover en la escena de la poesía, que es todo un mundo diverso también. Y en una feria de libro que hubo en San Martín, tocamos y ahí nos escuchó el poeta Efraín Altamirano, y nos propuso que tocáramos en la marcha por el by-pass de 28 de Julio de Castañeda, yo encantadísimo, siempre me sumo a estas causas justas.

Esto a la vez me llevó a unos recitales de Barranco organizado por Mario Bendezú, poeta que dirige la editorial Plectro, entonces me contacté con él, le gustó mi música, se organizó la Feria del Libro Independiente de Barranco, donde nos contrataron, nos movimos así sin darnos cuenta.

El contenido de mis canciones no son específicamente sobre el amor o desamor sino que abordo temas sociales y experiencias de vida que no se resumen a los temas clásicos de la música comercial, entonces para un evento de poesía sí lograba conectar con la audiencia.

Posteriormente en La Casa de la Literatura también he tocado acompañando a poetas, para esto con Rubén ya nos habíamos separado porque íbamos en direcciones opuestas.

Al año siguiente se dio el Segundo Festival de Poesía, donde también participé musicalizando a más poetas, entre ellos Alexis Díaz Pimienta, quién me dejó un encargo tácito, me dijo: De este libro muchas bandas, orquestas y artistas han musicalizado poemas, yo no te estoy diciendo que lo hagas pero te lo regalo. Y claro, lo bonito de musicalizar a un poeta como Alexis es que su obra tiene su propia musicalidad y hay que saber interpretarla para que no pierda la cadencia, esencia y ritmo.

Entre más mostraba mis canciones todo iba cayendo por su propio peso, en un momento decidí grabar el disco y auto-producirlo, que era una de mis más grandes ilusiones.
Y bueno también he escrito en prensa, pero a modo resumido es así como empecé esta aventura con la música.

¿Y en qué momento y por qué viajas a España a quedarte?

Vine a España por razones ajenas a la música, cuando terminé de hacer mi disco artesanal, decidí moverme y salir del país, fui a Ecuador y Colombia, donde estuve con mi novia, y ahí nos embarazamos, ella es española. Y llegamos a España en plan brichero (risas), pero no era la intención. Ahora, el quedarme aquí no era un hecho en sí, era una incógnita, lo que sí sabíamos era que queríamos que Piero naciera aquí, por una serie de paradigmas que tienen las sociedades y por ciertas ventajas que hay en este país. Representa una desventaja por ejemplo tener el pasaporte de la comunidad andina.

Yo llegué a España en agosto del año pasado, porque mi hijo iba a nacer en noviembre, y nosotros habíamos estado en Colombia mochileando con mi disco y mi novia con el ukelele, y allí nos embarazamos. Ella regresa a España, y yo a Perú, a ordenar algunos pendientes antes de irme con ella. Cuando estuve en Perú aproveche de presentar de nuevo el álbum.

Cuéntame un poco cómo es llegar a ese país y adaptarse al nuevo entorno.

En el aeropuerto de Barajas, en Madrid, todo está dividido de forma muy extraña, los que tienen pasaporte de la Unión Europea: en una fila con puerta cerrada, luego los que vienen de Canadá y USA en otra fila, y hay una tercera donde están los demás extranjeros, todos mezclados: latinos, árabes, japoneses, etc. No tuve ningún problema en Migraciones.

No es que haya venido a España con el fin de ir por Europa y ver cómo me va haciendo canciones, que hubiera sido interesante pero no se pudo así.

Ahora cuando llegué a España, mi actividad de compositor, entre comillas, se detuvo, porque irse a un país tan intempestivamente representa una serie de cambios, legales y culturales, entre los que me tenía que hacer cargo, y claro que he sentido que hay gente que te trata bien y otras mal, hay eso en todas partes.

Pero tampoco he sentido que haya tenido una recepción mala porque no había tenido una actividad musical tan fuerte, todavía no me había lanzado en la escena tan abiertamente. Ahora que mi hijo ya está más grande, ya me deja hacer más cosas.

 

 

¿Cómo retomas la música en España?

Gracias a un vecino mío que es un poeta, un día lo encontré pegando unos carteles de unos eventos que él organiza, me acerqué y le dije que soy peruano y le regalé un disco y luego de escucharlo él me buscó a mí y me estuvo ayudado a difundir mi música llevándome por los caminos de la poesía, ahora mismo estoy en Bilbao, en el País Vasco.

En ese sentido, la recepción que he tenido dentro del entorno que me estoy moviendo, ha sido buena, y ahora estoy grabando en casa, tengo mis instrumentos para grabar y estamos haciendo cosas nuevas, diferente a la primera producción.

Lo que hice al inicio estaba en un proceso de aprendizaje, básicamente grabé unas canciones que sentí que eran las correctas y debían sonar como han sonado en el disco, pero luego, como músico te vas a arrepintiendo de algunas cosas y vas viendo cómo debes mejorar, todo es un aprendizaje constante.

¿Ha sido difícil tener buena acogida en Bilbao?

Acá hay mucha gente de izquierda, que le gusta Silvio Rodríguez, aparte acá hubo terrorismo y movimiento independentista de izquierda, yo no me considero ni de derecha ni izquierda, pero por lo que expreso a veces en mis canciones, muchas izquierdistas me hacen guiños.

¿Cuando llegaste a España dónde empezaste a tocar?

Cuando llegué, directamente a Bilbao, solo quedaba esperar a que nazca Piero. Así que salía a tocar en la calle, en centros culturales, bolos. Tampoco es que acá te paguen mucho, entonces entre semana tocaba en las calles y fines de semana en bares. Algo bueno es que acá hay una cultura musical, en el sentido industrial, la gente sí paga, en la calle te ven y te dejan unas monedas, la gente no es tan timorata.

¿Y tocabas tus propios temas o tenías un repertorio de canciones conocidas? ¿Cómo es la experiencia de un músico urbano?

Principalmente tocaba mis canciones, las del disco y otras más que no había grabado pero que eran composiciones propias, claro que también tocaba temas de otros artistas, canciones que me gustaban de Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa, Facundo Cabral, pero en versiones modernas, no como ellos porque ellos son unos grandes.

Entonces, en la calle ponía el estuche de mi guitarra para que el público me tire las monedas, al costado mi torre de discos y la gente a veces me grababa con el celular.

La calle era dura, había días que la gente pasaba apurada sin ánimos de escuchar nada, pero nunca me fui con las manos vacías, y recordaba las palabras de Silvio: bien quedo cuando canto.

Ser músico de la calle es una locura, conoces un montón de gente, yo hacía mini sesiones, tocaba media hora y descansaba y nuevamente a tocar. Tenía unos amigos mochileros que vendían collares, que siempre venían a la misma hora y me ponían en mi “escenario” unas esculturas, yo tocaba junto a una farola, entonces así se armaba la cosa, y al terminar cada sesión ellos me daban un vasito de ron.

Era curioso porque la gente a veces me dejaba hasta comida, una anécdota que recuerdo fue que un alcohólico de esos que abundan en las calles, no tenía qué dejarme y me dio una chata de ron, porque, según me dijo, le recordé a su hijo al que no veía hace años y también era músico. También venía la policía y me tenia que ir porque sino se llevan las cosas, al final resulta que uno es un ambulante.

Una de las canciones que más funcionaba era Chica Aguacero, con esa canción lograba vender muchos discos.

Conocí también a una señora que tenía un hijo cantautor, me invitó a comer a su casa, hicimos ceviche y conocí a su hijo, fue muy agradable.

El hecho de cantar en la calle, desde mi experiencia, creo que es importante y hasta necesario, un músico tiene que tocar en la calle. Habrá muchos conservadores que me dirán que no, pero no es lo mismo tocar en un teatro con todo el sonido perfecto y gente que se va a quedar en silencio hasta que termines, que hacerlo en la calle donde hay bulla y a la gente no le importa tu vida ni tu arte, eso te da experiencia, y es peor incluso que en un bar donde la gente va a tomar tragos y a conversar. Yo venía de tocar en bares pero enfrentarse a la calle es otra cosa; también te da mucha más confianza como músico y con otros músicos, pues entre músicos de este corte nos apoyamos siempre.

Nunca hay que confundir a los grandes músicos con los músicos famosos, conocidos o los que más dinero ganan, son cosas diferentes.

En la calle uno aprende que el ego no sirve de mucho, no porque seas bueno mereces que te escuchen, todo hay que ganarlo. También aprendí que para vivir bien no se necesita mucho dinero, claro, hasta que llegan los hijos (risas).

Publicaste hace un tiempo en Facebook un texto donde hablabas sobre la abolición de la prostitución. ¿Tienes alguna canción sobre el tema?

En ese post no es que yo me establezca en un punto conservador en que rechazo la prostitución en sí misma porque esté mal. Ahora hay países como Alemania por ejemplo, donde es legal, y lo bueno de esta legalidad es que ofrece derechos y seguridad social, propios de cualquier empleo. Creo que en mi análisis, yo me iba hacía un punto en que la prostitución se considera violencia contra la mujer, y desde ahí es que ataco la prostitución. Ahora hay trabajadoras sexuales que eligen serlo, y en ese sentido, por ejemplo en España, muchas mujeres luchan por esto, evidentemente ellas deben tener sus derechos.

No tengo ninguna canción sobre esto, porque siento que no tengo argumentos aún válidos, como lo que sucedió acá el 8 de marzo, las mujeres salieron a protestar, y lo que se esperaba era que salieran solo mujeres; yo no me quiero sumar a ese grupo de tíos que son tan feministas que terminan diciéndole a la mujer cómo deben hacer su revolución.

Me parece que tiene más sentido una mujer hablando de esto que un hombre. Lo que sí podría hacer es una canción desde la perspectiva del putañero o de cliente que consume, una especie de autocrítica, y ese debe ser papel del hombre en el feminismo: de autocrítica, y no de proposición o abanderamiento de una lucha que no le corresponde, porque sino seguimos hablando del hombre al poder.

De tu primer álbum “Para los que esperan”, qué canciones o canción es la que más te gusta o te ha generado mayor orgullo.

En general a mí me gustan todas mis canciones, es el primer paso. Si haces algo que no te gusta o persigues otros fines, sin esa conexión que exige la musica, pues, no vas a llegar a dónde quieres.

Lo que sí he podido notar es que algunas canciones llaman más que otras; entre esas creo que es Chica Aguacero, no digo que sea la mejor pero por la respuesta del público sé que es una canción que ha gustado, es las más compleja de las que he compuesto, yo tiendo a ser más simple; esta canción la hice cuando empecé a pegarme con el bossa nova, me fui por caminos que no he recorrido mucho. A mí la que me gusta más es Para los que esperan —y justo por eso el disco se llama igual—, por la letra, yo estaba en una parte de mi vida que buscaba respuestas, reflexionaba mucho; aparte vivimos en un mundo donde la publicidad nos bombardea con el mensaje de comprar todo el tiempo. Esta es una canción que habla más de lo que hay dentro que de lo que hay fuera, a diferencia de Chica Aguacero.

 

 

Comentabas que sientes que hay cosas que mejorar en la producción..

Claro que sí, porque ese disco lo hice yo mismo, estaba en un proceso de aprendizaje en el tema de producción, yo grabé todos los instrumentos e hice las mezclas, tuve la desfachatez de hacerlo: Yo lo hago solo, yo puedo; la ignorancia es muy atrevida, no era la primera vez que me grababa tampoco, pero no sabía muchas cosas.

Desde que tengo 17, antes de estudiar comunicación yo estaba aprendiendo un poco, pero una cosa es saber algo así a medias y otra cosa que estés cualificado para producir con calidad. A mi me faltó, por ejemplo en lo técnico, compresores. Yo ahora escucho el disco y digo: pues, acá falta esto o lo otro; estoy profundizando en ese conocimiento.

Lo que hacía, al desconocer muchas cosas, era cantar de una manera más controlada para que luego las grabaciones no me exijan cosas. Luego, informándome, supe que por más que estuviera el mejor cantante o guitarrista grabando, igual hay que ponerle compresores. Si pudiera volver a producir el disco, seguramente lo haría, pero ahora con otra visión ya es meterle más cosas, con un ingeniero de sonido de por medio, ya no usar percusión menor, en el disco hay cajones, shakers, ahora la idea es hacerlo con una batería y un contrabajo de ser posible.

Ahora en cuanto a la composición, todo es un descubrimiento, algo que pasa a los que crean y componen, por ejemplo, yo tengo un amigo poeta que es Sergio Tolentino, y me dice: yo siempre siento que puede ser mejor, así que mis poemas siento que no los he terminado. A mí me pasa igual, claro yo compongo y en ese momento el argumento compositivo me resulta bien, luego pasa el tiempo y veo qué cambiar, pienso que las canciones deben ser más cortas o largas. La única forma de sentirse satisfecho con el trabajo hecho es cuando el creador se muere y no puede cambiar nada a su creación.

¿Qué cambiaría en mi disco? Hay una canción que no pondría: Tú no eres mi amiga. No digo que sea mala pero siento que esta no guarda un mismo espíritu con el resto de canciones, quizás porque no fue creada mucho después que las demás. En el disco puse ocho canciones pero inicialmente eran once.

En España ahora mismo están encarcelando a los artistas que hablan contra la casta política, cuéntame un poco de esto también, desde tu perspectiva como cantautor y como extranjero que vive que allá…

Hay un rapero que le han sentenciado a dos años y un día, si solo le dan dos años podría comparecer, pagar una fianza y salir libre pero le añadieron un día para que no pudiera hacerlo. En el juicio él dijo: Yo no tengo la culpa que el rey se gaste la plata del estado en amantes o en cacerías en África. Esto no lo he inventado yo, sino que ha salido en los medios. No es mi culpa que esto ocurra, por qué no se ha enjuiciado a los medios que hicieron públicos estos sucesos.

Entonces hay una falta de libertad de expresión, y nunca se ha visto, excepto en grandes dictaduras, que a un artista se le calle y encarcele por expresar sus ideas; finalmente puedes dar tu opinión en una canción, es solo una opinión sobre un asunto y no debería meterse el estado en ese aspecto, sobre todo en el arte, que históricamente ha servido para decir cosas importantes, pero claro, a este rapero lo han acusado de promover el terrorismo.

Para mi es una falta grave y, en este país hay democracia pero sigue siendo dirigido por las mismas familias que manejaban el país en el tiempo de Franco, la única diferencia es que ahora votan, en el tiempo de Franco a este rapero lo hubieran matado. Si te mandan a la cárcel por decir lo que piensas, no tienes libertad de expresión. Y no solo eso, sino que hasta han sacado libros del mercado, hay uno que habla de un cartel de la droga donde están involucrados políticos del PP, y una exposición pictórica donde habían víctimas de la dictadura porque al gobierno le parecía una falta de respeto.

En el Perú se han hecho también exposiciones sobre la época del terrorismo, y salen las víctimas y no es que estén burlándose de ellas sino que es una forma de reivindicar y demostrar que estas personas eran reales; y en el Perú también pasa, donde el artista muestra un lado crudo de lo que se vivió y hay partidos políticos que no les gusta ni quieren admitir lo que hicieron, entonces vivimos en un mundo lleno de barreras para que se puedan decir y esclarecer las cosas al público.

A mí no me llama la atencion que pase esto, porque este es un gobierno de derecha. En Perú pasa lo mismo, somos una república entre comillas pero seguimos siendo un virreinato. Así que yo estoy en contra de que a una persona se le mande a la cárcel por escribir una canción en la que opina que quien sea que esté en el poder está mal y que le parezca que sus políticas llevan a que el país a siga como está.

Del próximo disco que estás preparando, qué nos puedes adelantar, en temas de letras, música, equipo humano…

Debo decir que no estoy pensando en un disco, para eso se tiene un maquetado y no lo tengo. Justo por la experiencia pasada, estamos primero pensando en un EP de cuatro canciones para ir viendo cómo va funcionando la cosa. Ya tengo dos mezcladas, dos en proceso de mezcla y otra en maqueta. En tema de letras he seguido el rumbo del viaje, y siguen en ese espíritu y otras nuevas que he compuesto acá en España.

La cosa es más simple, el trabajo ha sido diferente, siempre empezaba antes por la armonía, y teniendo eso estructuraba, en cambio ahora casi todo ha sido compuesto de manera inversa, primero la melodía y con un espíritu espontáneo, y luego ya al momento de armonizar es diferente porque todo trabaja en función de la melodía. Y este proceso ha simplificado la producción, porque se crea desde otra perspectiva. Lo que estoy haciendo no tiene tanta pretensión, porque a veces los músicos tenemos el deseo de hacer algo difícil de replicar.

Estamos reviviendo una canción del disco pasado, Salta Niña, con gente de varios sitios, por ejemplo el baterista es de Huancayo, yo también soy de ahí; los vientos metales con unos chicos de aquí, unas voces femeninas de varios lugares. La cosa va bien, queda muy poco por grabar.

Ahora, además de la música también estás trabajando como gestor y promotor cultural en España

Sí, por ejemplo, el jueves pasado, hicimos un primer encuentro con una asociación llamada Abya Yala, es una asociación de gente sudamericana con la que estoy trabajando desde el lado de la gestión y promoción, era un evento llamado La Primavera Sudaca, justamente tomando el término despectivo para romper con el estereotipo: hubo muestra de pintores latinoamericanos, escultores, documentalistas; un conversatorio sobre lo que es ser un latino en Europa, el cómo los inmigrantes ya llegan acá con una actitud predispuesta a la inferioridad. Buscamos resignificar la identidad, porque la historia ha sido contada del lado invasor, y esto lo hacemos a través del arte, generando debate entre todos: locales e inmigrantes.

 

Cristian Vergara en el Festival Gentes del Mundo. Foto: Olga Gautier.

Cristian Vergara en el Festival Gentes del Mundo. Foto: Olga Nortier.

 

Para terminar, cuéntanos tu experiencia participando en el Festival Gentes del Mundo

Este festival se ha dado a fines de junio, organizado por una asociación cultural de Bilbao, que está integrada por gente de diferentes países, y lo interesante de esto es que uno de los objetivos que tiene este festival es romper con el feo estereotipo que hay en Europa del inmigrante latino o africano pobre que viene a buscar una vida mejor limpiando waters y cuidando ancianos, porque en este festival hay inmigrantes suecos, holandeses, ucranianos, rumanos, guatemaltecos, peruanos, argentinos, colombianos y vascos.

Todo esto se promueve desde el País Vasco porque desde la dictadura española han vivido opresión por mantener sus costumbres y su lengua nativa, el euskera; entonces tratan de reconceptualizar la identidad vasca. Además esta es un festival que no solo tenía música, había comida y tragos, sino que propiciaba la unión de las personas y culturas sin importar su procedencia ni clase social.

Yo llego a este festival porque toqué en un recital con un pintor, ahí estaba gente de la Universidad del País Vasco, que son quienes promueven este festival, y me invitaron porque consideraron que mis letras y el corte de mi música venía bien a este festival.

Ahora, pasó algo interesante, porque a mí me invitan solo a tocar en la inauguración, y luego de eso es que me vuelven a invitar a tocar ya en el desarrollo del festival los siguientes días. También me entrevistaron en Radio Candela, que es una radio muy escuchada.

Fue súper interesante, ha sido un paso importante para mi carrera, pues he tocado en un festival con grandes artistas de todo el mundo en un festival que tiene el apoyo del ayuntamiento y con un soporte cultural muy grande; además he logrado una buena respuesta por parte del público, mi presentación ha roto cierto prejuicio que yo tenía con mi propia música. Yo pensaba que lo que hago no iba a adecuarse a este sistema, vivía con un temor constante sobre el valor de mi trabajo: si podré trascender; son dudas válidas que tiene todo músico, y finalmente me he dado cuenta que sí. Este festival me ha dado mucho más que solo alegría.

Y bueno, lo que se viene para mí en el corto plazo es que estaré tocando el 12 de julio en el Calvario, que es un bar conocido de Madrid, y el 19 de julio en Plencia, un pueblo de el País Vasco. Esto se está convirtiendo en una bolita de nieve que va rodando muy bonito. Estoy muy contento.